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domingo, 26 de noviembre de 2017

CONSECUENCIAS ÉTICAS DE LA METÁFORA DEL COMPUTADOR

La tecnología no cobra relevancia sólo desde su consideración instrumental, sino también en su papel de creadora de metáforas y modelos para definir conceptos básicamente humanos. En este sentido la famosa metáfora del computador adquiere una relevancia especial cuando se aplica al terreno de la toma de decisiones (decision-making). El ordenador aparece en escena no sólo como el instrumento, sino el paradigma ideal de toma de decisiones al ser rápido, fiable, capaz de absorber y manejar cantidades ingentes de información que digiere y transforma sin esfuerzo. No sólo se utiliza para potenciar este proceso, sino que es además una herramienta que expande y amplifica la capacidad intelectual humana, delimitando a su vez el área de problemas que pueden ser racionalmente tratados, redefiniendo y recortando la noción misma de problema. Sólo aquello que es susceptible de ser tratado de forma numérica o simbólica, en términos de valores discretos, cuantitativamente, aquello que arroja una solución óptima única en un número finito de pasos, con una entrada de datos también definibles en forma numérica o simbólica, puede ser definido como problema.

Aquellas cuestiones que no aceptan tal reducción, bien en función del carácter de la particular capacidad de juicio necesario para tomar una decisión correcta, bien en función del tipo de datos necesarios -- como es el caso de los discursos de alta riqueza semántica propios de la poesía, ética y las diversas modulaciones de la filosofía --, son calificados de pseudo-problemas. Los problemas se resuelven; los pseudo-problemas, se disuelven, según el famoso aforismo de la filosofía analítica terapéutica. Todo ello tiene su justificación en el tipo de refrendo que el pensamiento algorítmico ofrece frente al pensamiento integrador humano: la solución algorítmica se presenta a sí misma como reproducible, intercambiable, previsible, fiable, consistente, acorde a reglas que pueden explicitarse y analizarse, carente de prejuicios, desapasionada, neutral y científica.

Cuando un problema es definible en términos algorítmicos, puede aplicarse el ordenador como instrumento o cualquiera de sus metodologías asociadas para su resolución. Sin embargo, cuando un problema no es resoluble en términos algorítmicos, como es el caso de los problemas ético-sociales, se aplica directamente, con toda su fuerza explicativa, la metáfora del ordenador. El conflicto social queda reducido a un problema de comunicación entre componentes discretos de un gran sistema cibernético-social. Los elementos culturales diferenciadores son eliminados en nombre de una lógica de la eficacia que convierte al planeta en un gran mercado único.

En definitiva, la voluntad de control, de dominio, de definición de nuevos espacios de mercantilización de la vida humana se ha vuelto más poderosa, imperiosa y urgente que la necesidad de comprender, de interpretar la realidad, y dicha voluntad supone un afán de conquista que aplasta en su camino todo lo que no entiende o no tiene medios para utilizar en su autónomo beneficio. Quizá no se consiga una sociedad más ética con la simple promoción de nuevos sistemas sociotécnicos o tecnocientíficos, sino con un conjunto de metáforas de identidad del ser humano y de acción más allá de la ciencia y la tecnología. Siguiendo el viejo lema de la mancha de mora, con mora verde se quita, parece que todos los problemas creados por la tecnología tienen su solución en el empleo de nuevas formas y medios tecnológicos. Lo mismo ocurría con el sistema ptolemaico. A cada constatación de una disconformidad entre las posiciones calculadas de los astros en el firmamento según los parámetros del modelo y la observación pura y dura, se introducía alguna modificación ad hoc en los círculos y epiciclos que definían las órbitas celestes. Cuanto más complejo se hacía el sistema para responder a las necesidades de navegantes y astrólogos, más se alejaba de la realidad. A pesar de ajustarse cada vez mejor sus predicciones a los fenómenos observables, no vencía por ello la infinita distancia entre su concepción del cosmos y la realidad.

En una sociedad entendida según el modelo de una tecnología ajena a las grandes cuestiones éticas, donde la sincronía y funcionalidad de todos y cada uno de los componentes son factores esenciales para su correcto funcionamiento, queda cada vez menos espacio para el ser humano y sus características esenciales: la pasión, la esperanza, la falibilidad, el dolor. "Las lágrimas y las alegrías humanas son cadenas para la capacidad de la máquina", escribió J. Ellul en La Sociedad Tecnológica.

Donas, J. B. (s.f.). ARGUMENTOS DE RAZÓN TÉCNICA. Obtenido de DILEMAS ÉTICOS EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN: APUNTES PARA UNA DISCUSIÓN: http://www.argumentos.us.es/bustaman.htm


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