La tecnología no cobra
relevancia sólo desde su consideración instrumental, sino también en su papel
de creadora de metáforas y modelos para definir conceptos básicamente humanos.
En este sentido la famosa metáfora del computador adquiere una relevancia
especial cuando se aplica al terreno de la toma de decisiones
(decision-making). El ordenador aparece en escena no sólo como el instrumento,
sino el paradigma ideal de toma de decisiones al ser rápido, fiable, capaz de
absorber y manejar cantidades ingentes de información que digiere y transforma
sin esfuerzo. No sólo se utiliza para potenciar este proceso, sino que es
además una herramienta que expande y amplifica la capacidad intelectual humana,
delimitando a su vez el área de problemas que pueden ser racionalmente
tratados, redefiniendo y recortando la noción misma de problema. Sólo aquello
que es susceptible de ser tratado de forma numérica o simbólica, en términos de
valores discretos, cuantitativamente, aquello que arroja una solución óptima
única en un número finito de pasos, con una entrada de datos también definibles
en forma numérica o simbólica, puede ser definido como problema.
Aquellas cuestiones
que no aceptan tal reducción, bien en función del carácter de la particular
capacidad de juicio necesario para tomar una decisión correcta, bien en función
del tipo de datos necesarios -- como es el caso de los discursos de alta
riqueza semántica propios de la poesía, ética y las diversas modulaciones de la
filosofía --, son calificados de pseudo-problemas. Los problemas se resuelven;
los pseudo-problemas, se disuelven, según el famoso aforismo de la filosofía
analítica terapéutica. Todo ello tiene su justificación en el tipo de refrendo
que el pensamiento algorítmico ofrece frente al pensamiento integrador humano:
la solución algorítmica se presenta a sí misma como reproducible,
intercambiable, previsible, fiable, consistente, acorde a reglas que pueden
explicitarse y analizarse, carente de prejuicios, desapasionada, neutral y
científica.
Cuando un problema es
definible en términos algorítmicos, puede aplicarse el ordenador como
instrumento o cualquiera de sus metodologías asociadas para su resolución. Sin
embargo, cuando un problema no es resoluble en términos algorítmicos, como es
el caso de los problemas ético-sociales, se aplica directamente, con toda su
fuerza explicativa, la metáfora del ordenador. El conflicto social queda
reducido a un problema de comunicación entre componentes discretos de un gran
sistema cibernético-social. Los elementos culturales diferenciadores son
eliminados en nombre de una lógica de la eficacia que convierte al planeta en
un gran mercado único.
En definitiva, la
voluntad de control, de dominio, de definición de nuevos espacios de
mercantilización de la vida humana se ha vuelto más poderosa, imperiosa y
urgente que la necesidad de comprender, de interpretar la realidad, y dicha
voluntad supone un afán de conquista que aplasta en su camino todo lo que no
entiende o no tiene medios para utilizar en su autónomo beneficio. Quizá no se
consiga una sociedad más ética con la simple promoción de nuevos sistemas
sociotécnicos o tecnocientíficos, sino con un conjunto de metáforas de
identidad del ser humano y de acción más allá de la ciencia y la tecnología.
Siguiendo el viejo lema de la mancha de mora, con mora verde se quita, parece
que todos los problemas creados por la tecnología tienen su solución en el
empleo de nuevas formas y medios tecnológicos. Lo mismo ocurría con el sistema
ptolemaico. A cada constatación de una disconformidad entre las posiciones
calculadas de los astros en el firmamento según los parámetros del modelo y la
observación pura y dura, se introducía alguna modificación ad hoc en los
círculos y epiciclos que definían las órbitas celestes. Cuanto más complejo se
hacía el sistema para responder a las necesidades de navegantes y astrólogos,
más se alejaba de la realidad. A pesar de ajustarse cada vez mejor sus
predicciones a los fenómenos observables, no vencía por ello la infinita
distancia entre su concepción del cosmos y la realidad.
En una sociedad
entendida según el modelo de una tecnología ajena a las grandes cuestiones
éticas, donde la sincronía y funcionalidad de todos y cada uno de los
componentes son factores esenciales para su correcto funcionamiento, queda cada
vez menos espacio para el ser humano y sus características esenciales: la
pasión, la esperanza, la falibilidad, el dolor. "Las lágrimas y las
alegrías humanas son cadenas para la capacidad de la máquina", escribió J.
Ellul en La Sociedad Tecnológica.
Donas, J. B. (s.f.). ARGUMENTOS
DE RAZÓN TÉCNICA. Obtenido de DILEMAS ÉTICOS EN LA SOCIEDAD DE LA
INFORMACIÓN: APUNTES PARA UNA DISCUSIÓN:
http://www.argumentos.us.es/bustaman.htm
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